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Desafían la lógica temporal. En la era de las (tele)comunicaciones y de las sociedades 2.0 unas pocas familias viven en una isla de la que no se quieren separar. Alejados de las grandes cadenas de supermercados, de la sanidad y de la educación, unos pocos vecinos de la isla de Ons se resisten a abandonar a la que consideran su casa. Su forma de vida es particular, al igual que ahora lo es su situación Jurídica.
 

 

 

Poco más que cuarenta minutos en transporte marítimo, algo más de 4.5 millas náuticas. Esa es la distancia que separa del continente a las illas Ons, un paraje natural situado en la boca de la ría de Pontevedra que forma parte del Parque Nacional das Illas Atlánticas junto a las illas Cíes, Sálvora y Cortegada. La illa de Ons cuentan con una particularidad que la hace única en este conjunto: mantiene población permanente desde hace más de 200 años aunque poco a poco, y debido al envejecimiento de su población, la cantidad de familias que la habitan es menor.

Durante la época estival se convierte en destino de turistas y habitantes de temporada, pero en pleno invierno toleran las inclemencias climatológicas y las incomodidades de no estar en el continente poco más de diez vecinos. Para Semana Santa y los meses de junio, julio, agosto y septiembre se habilita una línea de transporte público marítimo desde Bueu (ayuntamiento al que pertenecen el archipiélago de las illas Ons) pero durante el resto del año solamente se puede acceder, o abandonar, la isla gracias a embarcaciones particulares. Ons no cuenta con servicio de sanidad, sus habitantes deben acercarse a Bueu para acudir a consulta; tampoco con escuela primaria ni secundaria, lo que explica la ausencia de gente joven entre la población permanente; y sus habitantes pueden abastecerse de ciertos productos básicos únicamente a través de una tienda de ultramarinos. En el interior de la isla, de unos 5 km2, no hay carreteras y los únicos coches que podemos encontrar son los todoterrenos de los responsables de Parques Nacionales, los vecinos se mueven en tractores o motocicleta.


Entonces, ¿cómo viven los vecinos de la illa de Ons?


Los vecinos o colonos, como se les conoce debido a su pasado, se apoyan en las posibilidades que les ofrece Ons, y aunque alguna familia vive única y exclusivamente de la rentabilidad que extraen del turismo (a través de bares, alojamiento, explotación de servicios marítimos), la mayoría recurren a una economía que recuerda a la de subsistencia. La pesca, la agricultura y la gandería a pequeña escala forman parte de su forma de vida y de su día a día; un día a día con limitaciones en la red eléctrica (horas limitadas en el suministro eléctrico), ausencia de red de saneamiento y duras condiciones meteorológicas durante el invierno que restringen su vida en su pequeño paraíso.


Hace poco más de sesenta años, hacia mediados del siglo XX, la illa de Ons estuvo habitada por más de 500 vecinos distribuídos en las nueve aldeas que componen este enclave. Fue durante aquella etapa cuando se construyeron la iglesia de San Xaquín y muchas otras instalaciones que mejoraron la vida de quienes allí residían. Sin embargo, debido a la expropiación de la isla por parte del Estado tras la Guerra Civil y a la imposibilidad, a partir de aquel momento, de conseguir permisos de construcción la isla sufrió un paulatino proceso de abandono que condujo a la situación actual. En el presente, los vecinos disponen de una concesión de 75 años sobre sus viviendas,propiedad de la Xunta de Galicia, que no satisface ni a la administración ni a unos colonos que reivindican las propiedades que levantaron sus antepasados.


En la actualidad son tres los matrimonios que residen en la isla durante todo el año, además de los trabajadores del Parque Nacional das Illas Atlánticas. Las condiciones meteorológicas en la isla durante otoño, invierno y parte de la primavera suelen ser muy duras al encontrarse en pleno océano Atlántico, en la entrada de la Ría de Pontevedra, y aunque casi todas las viviendas se encuentran en la costa este (protegida del mar abierto y más baja y accesible que la costa oeste) sus habitantes padecen los efectos de la lluvia y del viento, tanto en sus propias casas como en las cosechas.


El documental se vertebrará a partir de uno de los matrimonios que habitan la isla durante todo el año, con ellos conoceremos sus costumbres, las razones que los llevan a seguir viviendo en la isla, su vida en el pasado y las diferencias con el continente. A través de ellos conoceremos a los otros habitantes y la isla, su terreno. ¿Cómo viven teniendo a su disposición una isla? La relación de los colonos con el mar también se encargará de estructurar el discurso del documental: el mar que los rodea, que tantos miembros de la familia, amigos y compañeros se llevó, pero del que no pueden renegar por tratarse de su fuente de alimentación, su forma de vida.


A tan poca distancia del continente, en un enclave geográfico único y aplicando una forma de vida que nos lleva tiempo atrás viven los vecinos de la pequeña illa de Ons, un lugar único y que puede tener las horas contadas.

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